Otra de mis debilidades epicúreas que veo colmada cuando llego a Galicia es la musical, y más concretamente, la escena jazzística. Y de un tiempo a esta parte puedo, además, maridarla con mi pasión por excelencia, en un formato que es mi religión: el aperitivo, con las vermú sessions que están surgiendo para deleite de muchos de nosotros con el fin de desencasillar el jazz como algo exclusivo de los garitos nocturnos de siempre. Resulta fantástico que por un módico suplemento en la primera consumición se pueda disfrutar de formidables músicos saboreando un buen vino y mejores tapas, consiguiendo por si fuese poco sacar la música a la calle (cuando el tiempo lo permite).
Es el caso de Taberna O Rincón, en Cangas; Paco Graña, su propietario desde que heredó el establecimiento hace un par de años, ha hecho (y sigue haciendo) lo imposible por reconvertir esta tradicional taberna de los años cincuenta en un local donde, sin perder su esencia, confluyan músicos de jazz de calidad, amén de catas de cervezas artesanales gallegas y de importación, exposiciones, ciclos de cine mudo con música en directo y otras actividades artísticas y culturales, sin que falten sus míticas empanadillas cuya receta de la rica masa aprendida de su familia, guarda celosamente.
La calidad de los conciertos es realmente alta, con músicos nacionales e internacionales, pero sobre todo incidiendo en la escena jazzística gallega y portuguesa con figuras de la talla de Paco Charlín, Xan Campos, Iago Fernández, Sumrrá, David Regueiro, Felipe Villar, Juanma Barroso, Pablo Castaño, Virxilio da Silva y un largo etcétera que pudimos vivir muchos afortunados este pasado verano.
Precisamente, Paco Graña junto a Xan Campos y Iago Fernández recogieron este año el testigo que dejó Luis Carballo, Coordinador del Seminario Permanente de Jazz de Pontevedra, como organizador durante muchos años del Festival de Jazz más antiguo celebrado en Galicia, en Cangas, el Canjazz, desde 1979 (salvo un impás de unos cuantos años) y lo capitanearon con muchísimo esfuerzo, pocas ayudas y con un resultado soberbio: una programación excelente y una masiva afluencia de público, la de la fiel gente de Cangas (y de fuera, como no) que abarrotó un año más el mágico Eirado do Costal y vibró en las jam sessions que salpicaban los mediodías y las horas posteriores a los conciertos, tanto en la calle, como en distintos locales.
Y es que al jazz le pasa como al vino: no hay que tratar de entenderlo, sino simplemente disfrutarlo.
La tradición y valía jazzística de Galicia viene de muy atrás, y me siento muy orgullosa de tener como vecino y amigo a uno de sus artífices en Cangas, Moncho Rodríguez “Chito”, que con la apertura de su local Jazz Vivo, en Rodeira en el año 1980 y junto a otro vecino y amante igualmente del jazz, Tomás Fandiño “O Moro”, éste con el local abierto un año antes, Irakere, iniciaron la primera comisión de fiestas, con la intención de hacer un festival de jazz-rock, logrando atraer a leyendas como Tete Montoliú o Dexter Gordon, a los máximos exponentes del jazz catalán, Max Sunyer, Salvador Niebla, a grandes figuras como Jorge Pardo, Perico Sambeat, y una larga lista de nombres, en un momento peculiar como era la transición.
Eso es lo que quiso plasmar el creador audiovisual, guionista y director moañés Xes Chapela, a quien pude conocer en el Canjazz de hace 4 años, donde presentó junto a Tomás, Moncho, Luis Carballo y los “recuperadores” después de un tiempor del Festival, Abe Rábade y Paco Charlín, el cortometraje que realizó: “Jazz en liberdade”, donde se reunieron para grabarlo las anteriores y las nuevas generaciones del panorama jazzístico que han conformado un verdadero valor cultural de esta corriente en Galicia, en tiempos inciertos como fueron los de la transición, y que os recomiendo encarecidamente que visionéis. Aquí un aperitivo:
Me quedo con muchas anécdotas, fotos, recuerdos, discos y sobre todo, sabiduría, que me transmite Moncho, cada vez que voy a Cangas y me invita junto a su mujer Pili, a recordar bajo su parra y entre buen vino, viandas y un estupendo licor café casero, aquellas noches de fume e jazz…
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